Traducción libre del artículo aparecido en hopkinscinemaddicts.typepad.com
En medio de la peor caída del mercado desde el 11 de Septiembre y, a pesar de que los motores de la financiación estructurada se detengan de forma abrupta y produzcan un efecto dominó sobre todos los demás sectores de la economía, se han producido dos acuerdos financieros extraordinarios en el mundo del cine la última semana. En primer lugar, Steven Spielberg consiguió levantar 1.500 millones de dólares para pagar el divorcio entre DreamWorks y la Paramount, para así una vez más, dirigir un estudio independiente. Luego, justo el pasado jueves, Relativity Media (una de las empresas de finanzas más grandes para el cine de Hollywood) recibió 1.000 millones de un fondo de cobertura de Nueva York para financiar el 75% de la parrilla de la Universal hasta el 2015. Por lo tanto, ¿la industria cinematográfica es inmune al mercado?
La verdad, es que probablemente no.
Para empezar, ambos de estos acuerdos empezaron y estaban ya prácticamente terminados antes de la caída del mercado de la semana pasada. Algunas de las nuevas noticias aun pueden llegar con retraso, pero es difícil imaginar nuevos acuerdos a partir de un crédito limitado o inexistente (es decir, donde el coste del dinero será tan alto). Asimismo, las sociedades cotizadas en bolsa poseen la mayoría de los estudios (Universal es de General Electric, Warner Bros es de Time Warner, Paramount es de Viacom), y todos estos valores están cayendo en bolsa. Las pérdidas de las empresas matriz se sentirán en las subsidiarias.
Pero más importante aún, los grandes acuerdos como el de DreamWorks y Relativity serán los únicos que probablemente veremos durante cierto tiempo. Aunque esto parezca paradójico, la realidad (si no lo sabías aun) es que la mayoría de las películas pierden dinero. Ni siquiera consiguen el equilibrio, sino que generan pérdidas. Este hecho es la razón por la que se crearon los grandes estudios a principios del siglo XX; el estreno de muchas películas es similar a la diversificación en una cartera de inversiones, con la esperanza de que un gran acierto con una película pueda pagar las pérdidas de las demás. Por lo tanto, si la financiación de las películas es intrínsecamente arriesgada, la única manera razonable de invertir ahora en un mercado con pánico al riesgo es invertir en muchos de ellos. Es decir, sólo los grandes acuerdos podrán generar beneficios.
Si este análisis es correcto -y me encantaría escuchar comentarios acerca de si estáis o no de acuerdo con mi análisis- es que estos enormes acuerdos tendrán un efecto terrible en el cine independiente. Menos inversores querrán invertir en una película suelta debido el riesgo inherente, por lo que habrá cada vez menos recursos a disposición de los cineastas independientes. En este impass, los estudios tendrán grandes cantidades de dinero en efectivo, pero intentarán a la desesperada maximizar sus beneficios. Creo que podemos esperar una gran cantidad de películas de las de refresco y palomitas de maíz, que empiecen ahora su producción y se estrenen en verano de 2010 ó 2011.
Pero es seguro que aun existen por ahí financieros innovadores para el cine independiente. John Sloss es un ejemplo bien conocido (“Napoleon Dynamite” y “I’m Not There”, entre otros muchos títulos). Será interesante ver cómo se adapta a este nuevo mercado. Durante el pasado año, la respuesta ha sido la venta internacional de derechos de distribución. Un dólar débil ha sido bueno para los exportadores, por lo que si se pueden vender derechos de distribución de la película en Inglaterra, Francia o Japón en intercambio por libras, euros o yenes, y luego se convierten esas divisas de nuevo en dólares, se puede hacer más dinero que simplemente intentando estrenar la película ellos mismos. Por supuesto, si la economía mundial cae junto con Wall Street, se les tendrá que ocurrir otra idea.
Será divertido ver qué idea tienen …